Colombia fue sede de la final femenina de programación más importante de Latinoamérica

 Por Diana Rodríguez

Bogotá, diciembre de 2025



Foto de Jose Prieto

En una sala silenciosa, iluminada por el resplandor azul de decenas de pantallas, diez mujeres de seis países latinoamericanos se sentaron frente al reto que definiría un hito regional: cuatro horas para resolver problemas de programación que solo un puñado de especialistas en el mundo podría descifrar. Era la gran final de Codificadas Latinoamérica, el certamen que busca visibilizar y potenciar el talento femenino en tecnología un terreno históricamente dominado por los hombres y que este año tuvo a Bogotá como epicentro.

Carolina Álvarez, estudiante de la Universidad Nacional de Colombia, fue la representante del país en la final. No logró el primer lugar, pero su presencia simbolizó un mensaje claro: Colombia está formando programadoras capaces de competir en los niveles más altos de la región.

El torneo, organizado por Tata Consultancy Services (TCS), convocó a más de 4.700 mujeres de 16 países en su primera edición, una cifra excepcional para un evento especializado y competitivo. Después de rondas clasificatorias que exigieron precisión, velocidad y pensamiento algorítmico, solo diez finalistas llegaron a Bogotá.

La competencia se desarrolló bajo estándares globales de programación competitiva. Quien obtuviera el mayor puntaje en los desafíos técnicos sería coronada como la mejor programadora de Latinoamérica.

En la ceremonia de premiación, realizada en presencia de representantes de universidades, gobierno y directivos globales de TCS, se anunciaron las ganadoras por categoría:

Foto de José prieto

Jr Code (nivel inicial)

  • 1er lugar: Bianca Vicente – Argentina
  • 2do lugar: Alexia Hernández – El Salvador
  • 3er lugar: Yiseth Gutiérrez – Colombia

Pro Coder (nivel avanzado)

  • 1er lugar: Rosangela Billón – Perú
  • 2do lugar: María José Bernal – Colombia
  • 3er lugar: Raquel Marcolino – Brasil

UniCoder (nivel universitario)

  • 1er lugar: Milagros Juana Osmi – Argentina
  • 2do lugar: Romina Najera Fuentes – México
  • 3er lugar: Sarah Leitão Melo – Brasil

Argentina y Perú se consolidaron como potencias femeninas emergentes en el campo de la programación, mientras que Colombia ocupó podio en dos categorías, un indicador alentador para la formación STEM en el país.

Más allá de la competencia, Codificadas nació como un proyecto estratégico para enfrentar una realidad innegable. Según la UNESCO (2024), solo el 22% de los empleos en STEM en países del G20 están ocupados por mujeres, incluso cuando la OCDE proyecta que el 80% de los trabajos del futuro estarán ligados a estas disciplinas.

En palabras de Ximena Jofré, directora de Recursos Humanos de TCS Latinoamérica,

“Codificadas no es solo un torneo: es una plataforma para descubrir el potencial femenino. La digitalización y la inteligencia artificial abren una oportunidad histórica para que las mujeres redefinan su papel en la industria tecnológica.”

Ese “potencial femenino”, tantas veces subestimado, fue evidente en la final: mujeres jóvenes, brillantes, concentradas, compitiendo no por una excepción sino por un lugar que les corresponde.

Aunque el certamen evita discursos estridentes, su impacto es inequívoco. Cada finalista representa a cientos de mujeres latinoamericanas que encuentran en la tecnología un espacio donde antes se les decía —de manera explícita o implícita— que no pertenecían.

El evento no se presenta como una reivindicación política, pero su sola existencia interpela al continente: la brecha de género no se cerrará sola. Requiere escenarios reales de reconocimiento, formación y competencia como este.

Foto de José Prieto

En Bogotá, ese mensaje resonó con fuerza: el talento femenino no necesita concesiones, solo oportunidades.

Las finalistas no solo compitieron por un título. Obtuvieron acceso a oportunidades laborales, pasantías, acompañamiento académico y proyectos en una de las compañías tecnológicas más grandes del mundo. Para muchas, la final en Bogotá será solo el comienzo de una carrera internacional.

Mientras la ceremonia terminaba, algunas de las participantes compartían un gesto que, aunque sencillo, hacía evidente la magnitud del momento: una mezcla de alivio, orgullo y la certeza de que algo cambió para siempre.

Codificadas Latinoamérica cerró su primera edición con una declaración contundente y discretamente feminista:
cuando las mujeres compiten en igualdad de condiciones, no solo participan. Lideran.

 

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