Brissa apuesta por Cali: la marca colombiana de hogar que expande su influencia con un mensaje silencioso de empoderamiento económico.

 Por Diana Rodríguez

 

En un país donde la industria del hogar ha comenzado a ocupar un lugar central en la economía del consumo, una marca colombiana está avanzando con pasos firmes —y con un aire de convicción casi celebratorio— hacia su próxima gran conquista. Brissa, conocida por más de tres décadas en la moda y el bienestar para el hogar, anunció su llegada a Cali con la apertura de dos tiendas en puntos estratégicos: los centros comerciales Chipichape y Jardín Plaza.

A simple vista, podría tratarse de una expansión comercial más. Pero en medio de la lenta recuperación económica, la volatilidad del consumo y la búsqueda de empleos dignos, la decisión guarda un significado más profundo: la reafirmación de que incluso en tiempos inciertos, las empresas locales pueden crecer, crear oportunidades y apostar por el talento colombiano.

 

Cali, con su diversidad, su calor humano y su estilo de vida vibrante— es un territorio donde las marcas no solo venden productos: deben conquistar corazones. Y Brissa parece llegar lista para la competencia.

“Cali representa un mercado con un alto potencial de crecimiento”, explicó Rossana Peñaranda, directora de mercadeo de Brissa. Sus palabras, medidas y precisas, dejan entrever una convicción interna: la ciudad tiene todo lo necesario para que la marca no solo se expanda, sino que florezca.

 

Los centros comerciales seleccionados no fueron un gesto improvisado. Chipichape y Jardín Plaza cuentan con algunos de los flujos comerciales más altos del suroccidente colombiano. Ambos espacios funcionan como puntos de encuentro, recreación y consumo; verdaderas vitrinas donde el comportamiento del mercado se hace evidente con solo observar.

Pero más allá del análisis técnico, hay un detalle que resalta: Cali es una ciudad donde la estética del hogar se vive con emoción, donde la decoración, el bienestar y el confort van de la mano con la identidad cultural. Una ciudad donde la gente no compra “solo por comprar”, sino para expresarse.

 

Brissa genera hoy más de 860 empleos directos en el país y espera llegar a 900 antes de finalizar el año. En una coyuntura donde la estabilidad laboral parece un lujo, este dato no es menor. Cada nueva tienda representa vendedores, administradores, personal de apoyo, logística, transporte y servicios profesionales que orbitan alrededor de la operación.

En otras palabras: cada inauguración trae, silenciosamente, un mensaje profundamente oprahístico:
“Cuando crece una empresa, crece también una red de posibilidades para cientos de vidas.”

Y aunque es una idea que las cifras no suelen capturar, es quizá la más poderosa.

 La entrada de Brissa a Cali no solo revela confianza empresarial. También confirma la recuperación del segmento hogar, uno de los sectores que más estabilidad ha mostrado en tiempos de incertidumbre. El consumidor caleño, con su gusto definido por la comodidad, el diseño y el color, ofrece un terreno fértil para marcas que buscan expansión.

Peñaranda lo plantea con claridad: la prioridad es consolidar su presencia en regiones con indicadores positivos, donde la gente está dispuesta a invertir en bienestar dentro del hogar.

 Y aunque su lenguaje es técnico, el subtexto es claro:

las familias caleñas cuidan sus espacios, valoran la belleza cotidiana y buscan productos que les ayuden a crear refugios más amables.

La estrategia de Brissa se mueve en la misma dirección que evoluciona el país: hacia la consolidación de industrias locales que pueden competir con marcas globales, hacia la sofisticación del consumidor y hacia un panorama donde la calidad y el diseño importan tanto como el precio.

 En un mercado saturado de ofertas, la llegada de Brissa a Cali invita a una reflexión más amplia:

¿Cómo reinterpretan las marcas colombianas el concepto de bienestar en el hogar? ¿Y qué dice este auge sobre las prioridades de los consumidores?

La respuesta parece estar en un equilibrio entre lo emocional y lo funcional.

Brissa no solo vende productos: vende la idea de un hogar más cálido, más cuidado, más propio. Un hogar donde —como diría Oprah— “la belleza que eliges poner a tu alrededor refleja lo que crees merecer.”

La noticia de la expansión de Brissa es, sin duda, empresarial. Pero también tiene un subtexto social: la dinamización del empleo, la consolidación de la industria nacional y la creación de espacios donde la estética, el diseño y el bienestar se vuelven accesibles a más personas.

 La marca reafirma su compromiso con el crecimiento regional y con la consolidación de un sector que, aunque silencioso, tiene un impacto profundo en la calidad de vida de los colombianos.

En Cali, la expectativa es clara: la ciudad recibe a Brissa con los brazos abiertos, lista para que una nueva marca se sume al ritmo, al color y a la energía de una región que vive intensamente… incluso dentro de casa.

 

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