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¡LA CIUDAD MÁS LINDA DEL MUNDO : QUITO!

Por Diana María Rodríguez

                                                                                               Img. 1 Fotografía de LLuvia Rivera

En Quito, la ciudad más linda del mundo, se siente el latido del aire puro de los Andes como un susurro antiguo que despierta el alma. Ayer, en el majestuoso Teatro Colón de Bogotá, se dio a conocer este elogio universal: Quito alumbra Latinoamérica con su exotismo, su historia viva y sus sabores inéditos. Permíteme llevarte de la mano, por sus bondades para que todo experto en turismo del mundo descubra un paraíso en cada rincón.

                                                                           Img. 2 Fotografía  DM.

A 2.850 metros sobre el nivel del mar, Quito te envuelve con esa sensación de hondo recogimiento y, al mismo tiempo, de infinita libertad. Sus cerros guardianes, el Pichincha y el Sumaco, vigilan la ciudad como colosos silenciosos. Al despuntar el alba, los tejados rojos y las torres coloniales parecen moverse al compás de un viejo poema que el viento recita. Aquí, el corazón se expande y el pulso se aquieta, preparándote para el viaje de los sentidos.

     Img. 3 Fotografía de LLuvia Rivera

En su mercado de San Francisco, el paladar se adentra en un festín de colores: amarillos de la melloco, rojos intensos de la uchuva y verdes vibrantes de la hierba luisa. ¿Has probado la fritada, ese cerdo tierno acompañado de mote calientito y plátano maduro frito?, o ¿el delicioso pan con queso muy similar a una almojabana conformando un sanduche de pernil de cerdo? Es un canto a la tierra, un ritual de aromas que recuerda la tibieza del hogar. Y entre tacos de locro de papas y tertulias de hornado, emerge la emblemática fanesca en Semana Santa: un abrazo multicolor de granos y lácteos que celebra siglos de mestizaje y fe.

                                                                                                                Img. 4 Fotografía de LLuvia Rivera

Caminar por el Centro Histórico es deslizar los dedos sobre el pergamino de un libro milenario. La Plaza de la Independencia se abre como un escenario barroco donde las fachadas blancas y amarillas, adornadas con balcones de madera, narran epopeyas de conquista y resistencia. La Iglesia de la Compañía, con su interior dorado, reluce como un sol secreto. Y al asomarte al Panecillo esa colina coronada por la Virgen de Quito, la ciudad se despliega ante ti como un tapiz viviente, testigo de leyendas que susurran al oído del viajero.

Quito es un milagro climático: el sol acaricia sin quemar, la lluvia tiembla en finas gotas que renuevan el asfalto y el viento dialoga con las copas de los eucaliptos. Cada día es un poema distinto: amaneceres de bruma, tardes diáfanas y crepúsculos en los que el cielo se inflama de púrpura. La eterna primavera permite vestir desde ropa ligera hasta un abrigo sutil, y esa variación constante es un recordatorio de la vitalidad andina.

Entre las callejuelas se alzan pequeñas tabernas donde reposan licores autóctonos: la singani, aguardiente destilado de la uva moscatel, flota en el paladar con notas florales y de frutos secos; el aguardiente de caña, caliente y sincero, promete calor en las noches frescas; y el curtido de naranjilla, con su contrapunto ácido, el delicioso Ron Quiteño, despierta las papilas en una danza sutil. Cada sorbo es un rito ancestral, una ofrenda al tejido cultural que une al campesino con el viajero.

Decir que Quito es la ciudad más linda del mundo no basta: hay que sentirla. Aquí, cada piedra evoca una historia, cada aroma cuenta un secreto, y cada paisaje alienta un sueño. Expertos en turismo, preparen sus cuadernos de bitácora: en Quito encontrarán una geografía del asombro y un abanico de experiencias que renacerán en el recuerdo. Descubre cómo una ciudad puede ser, al mismo tiempo, espejo del pasado y viento del mañana.

Galeria de Fotos  en el  lente de LLuvia Rivera











Entrevista: Escuchlala a tra vez de Queimada Magazin este sabádo a las 22:00 horas.










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