Por: Jhon Rivera./Edita: Diana Rodríguez
Vecinos de
sectores como La Victoria, Los Libertadores o San Blas lo han visto llegar sin
caravanas ni protocolos, preguntando por los problemas de primera mano y
tomando nota con la misma libreta en la que luego arma las prioridades de
gestión. Esa cercanía es la base de una administración que entiende que
gobernar no es hablar desde arriba, sino escuchar desde abajo.
Su trabajo
no se mide únicamente en vías pavimentadas o contratos firmados. Se mide en los
programas que han llegado a los niños con más oportunidades de estudio, a los
jóvenes con espacios deportivos y culturales, y a los adultos mayores con
apoyos que garantizan dignidad. La gestión de Macías tiene un enfoque claro: la
comunidad como centro y la familia como núcleo de desarrollo.
En un
contexto donde la política suele estar marcada por la distancia entre la
administración y la ciudadanía, el alcalde de San Cristóbal ha mostrado que la
verdadera autoridad se construye caminando junto a la gente. La suya no es una
labor de poses, sino de presencia. La comunidad lo reconoce porque lo ve en las
calles, en los colegios, en los parques, atendiendo los problemas sin rodeos.
Hoy San
Cristóbal avanza con un liderazgo que combina experiencia, disciplina y
cercanía. Carlos Macías no ha hecho de la fé un discurso, sino una práctica que
se traduce en servicio. Un alcalde que entiende que la transformación de una
localidad no depende solo de obras, sino de la reconstrucción del tejido
social.
La crónica de su gestión es simple pero contundente: un alcalde que gobierna con los pies en la calle, el oído en la comunidad y la mirada puesta en el futuro de San Cristóbal.
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